Yo era de los que no creía en el destino, pero después de ciertas experiencias me dije... Coño! Pues igual sí que es verdad que existe el destino y te cruza en la vida con ciertas personas por algún motivo.... Una de ellas es ésta. La que sin comerlo ni beberlo acabaría más adelante cambiando el rumbo de mi vida.
A mi desde niño siempre me ha gustado mucho el deporte y todo lo que tenga que ver con el cuerpo humano, aunque nunca se me dió bien ninguno y en una época estaba un poco bajo de forma y era más bien torpecito. Cuando llegó el momento de elegir especialidad en bachiller estaba en un mar de dudas como supongo que le pasará al 70% de los estudiantes con 15 años. Me gustaría haber hecho algo relacionado con el deporte, estudiar en el Instituto Vasco de Educación Física (IVEF) con la intención de ser en el futuro profesor de educación física o algo así, o el tema de masajes también me atraía mucho, pero en ese momento estaban en auge las tecnologías y las ingenierías y es lo que mi padre me aconsejaba que hiciera, y como tampoco me disgustaba me decidí por estudiar una ingeniería técnica en electrónica industrial. Elegí la opción de ciencias de la salud en bachiller, un poco porque es la que me gustaba por asignaturas (relacionadas con el cuerpo humano) y porque desde ahí también tenía acceso a la carrera de ingeniería. Tal vez fué mi primer error, no escoger lo que realmente quería.
Tras 3 años de carrera en las que aprobaba lo justito para que no me echaran porque tampoco se me daba muy bien y no acababa de entender bien todos los conceptos tan complicados de la electrónica, me pasé a un grado superior de electrónica que eso sí que saqué con buenas notas. Tuve la suerte de que me cogieran en una buena empresa, Bridgestone, trabajando como técnico de mantenimiento eléctrico en una fábrica de neumáticos de camión. Ahí es donde aprendí de verdad. Mi ambición y ganas de seguir aprendiendo e ir a más me llevaron a buscarme la vida dentro de la fábrica para que me metieran a trabajar a turnos, ganaba más dinero, pero era una vida mucho más dura, mucho más estrés, 2 eléctricos y 6 mecánicos para atender todas las averías que surgían en una fábrica enorme con un montón de máquinas viejas que nisiquiera sabía cómo funcionaban, estaba sólo, con presión y aprendiendo a golpes. Los horarios y ese estrés me cambiaron mucho mi carácter, trabajar fines de semana y noches te hace volverte raro, huir de las aglomeraciones de gente en la vida real, vas a la playa entre semana, de compras al centro comercial también entre semana y por la mañana cuando no va nadie, no sales casi de fiesta.... Me volví más rancio y se endureció mucho mi carácter, cosa que no me vino mal porque era demasiado inocente tal vez. Lo malo es que cada vez estaba más agobiado, más asqueado y me gustaba menos mi trabajo.
Un día entró una mujer en mi vida. Para mí en aquel momento era perfecta, tenía todo lo que yo siempre había buscado en una mujer, guapa, inteligente, madura a pesar de su edad y encima masajista!! justo lo que yo quería haber sido algún día!! Congeniábamos perfectamente en todo, incluso compartíamos la intención de viajar a Tailandia, yo por turismo y empaparme de esa cultura y ella para hacer un curso de masaje Thai. Planeamos ir juntos allá cuando tuviéramos la posibilidad. Al de pocos meses, tal vez también por cosas del destino, sufrí una seria lesión de síndrome de piramidal, parecido a una ciática, que me tuvo de baja y sin poder casi ni andar cerca de 2 meses y más de 3 sin poder hacer nada de deporte. Además me dejó secuelas hasta en los trapecios durante más de un año después de superarla. Iba frecuentemente a rehabilitación con los fisioterapeutas de la fábrica donde trabajaba, y era tal mi curiosidad por ese mundillo que no dejaba de preguntar sobre todo lo que me hacían... es cuando decidí apuntarme a un curso de quiromasaje para ir cogiendo unas nociones básicas y así ya de paso hacer también en las vacaciones el curso de masaje Thai. Eso fué el principio de todo porque desde entonces no he parado de hacer más cursos de masaje...
En abril de 2012, ella encontró un trabajo en un centro de estética en el centro de Bilbao, y recuerdo que siempre me decía que era el local que siempre habría querido tener para montar un centro de masajes, distribución perfecta y muy buena situación. En junio, un par de meses después, se nos presentó la posibilidad de adquirirlo como traspaso porque la anterior dueña quería dejarlo, y yo no me lo pensé, en cierto modo veía ese local como una posibilidad de trabajar en un futuro algo lejano en lo que me gustaba. Le dimos un nuevo aire, incluimos muchos tratamientos nuevos y mientras tanto, yo seguía trabajando en la fábrica, estudiando quiromasaje y masaje terapéutico y de vez en cuando ayudando en el negocio tanto con los papeleos como dando algún masaje. Los comienzos fueron difíciles, mucho tiempo y dinero invertido para luego no obtener los resultados que esperábamos, el negocio empezó a absorber nuestras vidas, a influir en nuestro humor y estado de ánimo y poco a poco, sin darnos cuenta, empezó a minar nuestra relación, que se acabó centrando en el negocio.
Todas estas tensiones y alguna circunstancia más acabaron desembocando en el fin de nuestra relación sentimental, aunque por suerte y como pudimos decidimos continuar con la relación laboral como socios. Lo pasé muy mal, es muy duro tener que ver en tu mismo trabajo a la persona que tanto daño te ha hecho, muchas tensiones, muchos rencores y por supuesto muchas discusiones, pero poco a poco fui saliendo de ese pozo, el peor momento sin duda de mi vida, con problemas en el negocio, problemas en la fábrica debido a la crisis, problemas sentimentales propios y de mi ámbito familiar...
Pero conseguí verle el lado positivo. Esa persona entró en mi vida por una razón, para que viera cual era mi verdadero camino en la vida y me fuera encarrilando en él, y cuando cumplió con su misión sobre mi vida se fue apartando.
Son muchas circunstancias en tan poco espacio de tiempo como para pensar en casualidades: empezar una relación con una mujer que se dedicaba a lo que de verdad me gustaba, que justo me lesionara y en rehabilitación me interesara por ese mundo más aún, que nos surgiera la posibilidad de coger un negocio... Yo prefiero creer en el destino!!