Mi giro de 180 grados
A medida que te vas aproximando a los treinta tu mente se estanca, se acomoda, quiere estabilidad, no se cree preparada para cambios bruscos, se limita a vivir de la inercia de aquel impulso que diste hace años, cuando eras todo motivación, tenías cientos de ilusiones, decenas de caminos y una única meta: ser feliz haciendo lo que más te gusta.
Pero por alguna razón, escogiste un camino que no era el tuyo, tal vez presionado por la voz de la experiencia, tal vez por no tener las ideas claras, o tal vez por miedos, miedo al fracaso, miedo a equivocarte, miedo al que dirán... Al menos éste fue mi caso particular.
Yo llegué a los 30 con una vida bastante buena, cómoda, con un empleo estable en una gran empresa, con una buena situación económica, pero era un trabajo que no me llenaba, que ya no me aportaba más que estrés, mal humor y eso sí, un buen dinero asegurado cada mes. Ya me había estancado!! Llevaba unos años sin evolución alguna, conformista, dejando el tiempo pasar, y quien me conozca bien sabe que ése no es mi carácter. No puedo estar quieto, mi mente siempre tiene que estar ocupada, plantearme nuevos retos, buscar motivaciones y más aún cuando estoy en un camino en el que no quiero estar. Pronto me di cuenta de que debía dar un cambio brusco en mi vida, debía echar unos pasitos atrás para tomar impulso y coger carrerilla, pero a la vez cambiar de dirección.
Es entonces cuando se dieron todas las condiciones. Ya estaba orientando mi vida hacia otro lado, el que siempre quise, abriéndome camino en el mundo de las "terapias alternativas", haciendo todos los cursos que podía mientras trabajaba en la fábrica, había montado un centro de masajes junto a mi novia de por entonces y la sombra de la crisis ya se cernía sobre la empresa en que trabajaba. Tanto que en unos meses empezó a devorarla. Los rumores sobre despidos masivos dejaron de serlo y se convirtieron en una dura realidad. En aquel momento todo lo "negativo" se me juntó: se rompió mi relación, mi estabilidad laboral se veía amenazada y para más inri el negocio no acababa de funcionar, hacía falta poner todos mis esfuerzos sobre él. Por suerte, supe ver las señales a tiempo, era el momento de abandonar un barco que veía hundirse poco a poco para saltar a mi bote y sacarlo de la tormenta. Aproveché un plan de despidos masivo con una indemnización aceptable para presentarme voluntario, y con ello dedicar desde ese momento todos mis esfuerzos en lo que realmente me llenaba, mi negocio y mi nueva vida como masajista.
Se me planteó la más difícil y a la vez evidente decisión de mi vida. Tuve que elegir entre el dinero o mi felicidad, y por supuesto elegí esta última.
Dejé atrás una profesión que ya no me llenaba, una larga experiencia,un gran aprendizaje y sobre todo unos grandísimos compañeros y decenas de momentos inolvidables.
Me enfrenté a un montón de críticas y desaprobaciones, muchas de las cuales que seguramente no llegaron hasta mis oídos, aunque me las figuraba y lo podía ver en los ojos de la gente, pero le eché 2 cojones, los que muchos quisieran haber tenido o haber podido tener, y al hacerlo me deshice no sólo de mis miedos sino también de los grilletes que me retenían entre unos muros, los que me privaban de mi verdadera libertad.
Descubrí que hay vida al otro lado del puente y con ello me gané la increíble libertad de elegir mi vida y de hacer lo que realmente quiera sin atadura ninguna, sin límites. De repente, se abrió todo un mundo inmenso ante mí!!
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